En este Chile tan conturbado de nuestros días, oprimido por tantas iniciativas y leyes anti-familia, deprimido a causa de la inercia de tantos y tantos mediocres que no quieren defender los intereses de Dios, ni de la Patria, surge como una bocanada de aire fresco el recuerdo imborrable de la figura de Arturo Prat.
«En ese supremo instante…
no se pertenecía ni a su familia ni a sí mismo …»Carmela Carvajal*
En este Chile tan conturbado de nuestros días, oprimido por tantas iniciativas y leyes anti-familia, deprimido a causa de la inercia de tantos y tantos mediocres que no quieren defender los intereses de Dios, ni de la Patria, surge como una bocanada de aire fresco el recuerdo imborrable de la figura de Arturo Prat.
Efectivamente cuando vamos a conmemorar un nuevo aniversario del Combate Naval de Iquique, nuestros ojos y nuestros corazones se vuelven hacia ese insigne héroe de la Patria.
Los que lo conocieron hablan de su profunda religiosidad y la de su esposa; de su preocupación por la familia: la vida entera de los Prat giraba en torno de Arturo; de su valor y valentía como abogado y como marino.
La sociedad necesita cultivar verdaderas élites
En Mayo de 1879 antes de zarpar a Iquique, Prat y toda la tripulación recibieron el Escapulario de la Virgen del Carmen, el mismo que portaba cuando saltó al abordaje y murió heroicamente en la cubierta del Huáscar.
Qualis vita, finis ita. A tal vida, tal muerte
Vaya nuestro sentido homenaje a este insigne chileno, cuya memoria se ha querido recientemente denigrar en nombre de la «libertad de expresión». A las alturas en que se sitúa su figura esos viles insultos no pueden llegar.
* (Carmela Carvajal fue la piadosa y ejemplar esposa de Arturo Prat).
