La verdad es que me sorprendió un poco esta fotografía.
Una mujer fuerte y a la vez delicada. Con una ruda profesión, ejecutada con una gracia notable. Mujer 100%, nada de masculinización absurda.
De la discreta elegancia, decencia y recato ‒sin nada de mojigatería‒ mejor ni les hablo pues creo que podría sacarles los colores a muchas de nuestras conciudadanas.
La supresión de las desigualdades es condición para eliminar la religión
Y es que, es muy verdadero que, la elegancia y la clase, incluso discreta, es mucho más una categoría del alma que una posición social o el tener dinero.
Yo habría dicho que era una actriz en alguna película, pero ¿saben lo más bonito?: fue una persona de la vida real, lo que vale mucho más que las películas…
Juan Barandiarán