El Instituto Plinio Corrêa de Oliveira viene desarrollando en Brasil una campaña en contra el programa de derechos humanos del gobierno Lula.
Acción Familia apoya a sus hermanos católicos brasileños en su lucha contra el «fundamentalismo ateo» que amenaza a ese País y también, paulatinamente, al nuestro. Al mismo tiempo, desea suplir de alguna manera con esta información el misterioso silencio de nuestra prensa al respecto.
Esa organización denuncia el «fundamentalismo ateo» que amenaza a Brasil.
«En nombre de una ideología que niega a Dios y diviniza al hombre, el fundamentalismo ateo quiere acabar con cualquier vestigio de Religión y de Moral en el Estado y en la sociedad moderna.
«Así, el fundamentalismo ateo, deformando el verdadero concepto de derechos humanos, destrona a Dios y desconoce sus Mandamientos, haciendo del propio hombre y de los caprichos de la libertad humana el supremo juez del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, de lo loable y de lo reprensible.
«No reconociendo el orden puesto por Dios en el universo y en la naturaleza humana, el fundamentalismo ateo aboga por:
- El asesinato de los niños en el seno materno, en nombre de un supuesto derecho de las mujeres a disponer de su propio cuerpo, permitiéndoles gozar libremente entre la sexualidad;
- La legitimación de la prostitución como medio honesto de ganar la vida;
- La equiparación de las uniones homosexuales con la institución sagrada de la familia, entregando a niños inocentes para ser adoptados por homosexuales;
- Invasión de las propiedades, para satisfacer la codicia de personas que rechazan el ganar el pan con el sudor de su rostro;
-Protección a los criminales y limitación de los medios de acción de las fuerzas policiales.
«Más aún, incapaz de contener el renacimiento religioso en las nuevas generaciones, el fundamentalismo ateo quiere eliminar de los lugares públicos todo símbolo religioso, para que los ciudadanos acaben olvidando a Dios y no le agradezcan todo lo que le deben.
«Instrumentalizando la Ley y la Justicia, y amenazando con graves sanciones penales y multas, el fundamentalismo ateo ya ha conseguido, en países en los que otrora predominaba el espíritu cristiano:
- Obligar a los hospitales católicos a practicar abortos (Colombia) y forzar a las facultades de medicina de universidades católicas a enseñar cómo se hacen los abortos (España);
- Condenar penalmente a fotógrafos que se nieguen a filmar fiestas de casamientos homosexuales (EE.UU.);
- Obligar a las escuelas católicas o de otras confesiones cristianas a dar clases de educación sexual, en las cuales se enseña que el aborto y la homosexualidad son opciones legítimas (Inglaterra);
- Hacer retirar los crucifijos de las escuelas públicas (Italia).
«¿Cuál es el pretexto que los legisladores y los jueces alegan para castigar a los «culpables»?
«Ello se basan en una deformación del concepto de Derechos Humanos que -en nombre de la «no discriminación», de la «liberación de la mujer» o de la «protección de las minorías marginadas»- admite como legítimos comportamientos o por la penalizados por contrariar la Ley de Dios.
«En otras palabras, ese falso concepto ateo de los derechos humanos se está transformando en el único «dogma» aceptado por la sociedad moderna.
«Si las enseñanzas de una religión chocan con ese «dogma», está pasada ser considerada ipso facto como una amenaza al orden público y el régimen democrático.
«Brasil -que es el mayor país católico del mundo- no había sido hasta aquí aceptado por esos conflictos religiosos en que, cada vez más, van siendo envueltos los cristianas de Europa y de los Estados Unidos.
«Sin embargo, el Programa Nacional de Derechos Humanos, recientemente lanzado por el presidente Luis Ignacio Lula da Silva y su secretario para los derechos humanos, señor Paulo Vannuchi, hacen que el Brasil entre de lleno en ese conflicto entre el fundamentalismo ateo y la religión.
«Después de analizar doce puntos del Programa, que demuestran las afirmaciones anteriores, continúa:
«Aquello que en otros países está siendo de manera furtiva y diversificada, mudando primero una ley sobre un tema, después dando una sentencia arbitraria al respecto de otro, más tarde firmando un tratado internacional al respecto de un tercer asunto, en Brasil se pretende hacerlo de una vez y abarcando de modo unificado todas las áreas de actividad humana.
Juzgando tal vez que Brasil es un país demasiado conservadora, el fundamentalismo ateo decidió aparentemente proporcionarle una «terapia de choque» con el Tercer Programa Nacional de Derechos Humanos.
«A través de ese mecanismo totalitario, se está abriendo nuestra Patria una de las mayores persecuciones religiosas e la Historia.
«O quizá la mayor: porque sus víctimas no serán sólo los seguidores de esta fue aquella religión, sino todos los casillero del bien que quieren respetar la Ley de Dios, los dictámenes de la justicia natural y su propia conciencia.
«Frente a esta amenaza, la Iglesia Católica en Brasil, que no puede mudar las enseñanzas se recibió en depósito de las manos de su divino Maestro, tampoco puede dejar de evangelizar a nuestro pueblo a esa respecto sin traicionar su misión.
«Ella no puede, por lo tanto, evitar ese hecho que con el fundamentalismo ateo y con las estructuras del poder político que lo sustenten, ni con aquellos conglomerados de la media que dictan el «credo» ateo, individualista y hedonista imperante en la sociedad contemporánea».
El documento termina con un llamamiento a los brasileños a reaccionar frente a esta amenaza inminente.
«- Si nos omitimos y permitimos que el Plano Nacional de Derechos Humanos se ha incrementado, los católicos serán perseguidos, o por lo menos considerados «ciudadanos de segunda clase», que viven de modo apático en un mundo completamente paganizado;
«- Si resistimos, estaremos escribiendo una página más de gloria en la historia de nuestra Patria y en la historia de la Iglesia.
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