Nuestra sociedad se encuentra en una encrucijada. Se trata de una verdadera revolución que busca demoler sus propios fundamentos. ¿Reaccionarán los chilenos?
Para las minorías partidarias del «matrimonio homosexual», la igualdad, ese tótem en nombre del cual todo se impone, sirve de motor, como también la pseudo-evolución de las costumbres. Ellos niegan en bloque el orden divino, el sentido común, las bases del derecho y de la familia… Es un puño de odio y de rebelión que blanden contra Dios.
Bajo el impulso del Senador Allamand, y contando con el apoyo de senadores de la Democracia Cristiana y de diversos partidos de centro y de izquierda, se presentará en los próximos días un proyecto de «uniones de hecho» en el Senado. Se trata del llamado «Acuerdo de Vida Común» (AVC).
El Presidente Piñera, afirmó que su gobierno presentará otro proyecto:
“Vamos a promover una legislación que resuelva problemas reales, de carácter patrimonial, de salud, de herencia, de esas parejas, sin desnaturalizar lo que es la esencia del matrimonio”. (La Tercera, 15/06/2010)
Qué dicen los Papas
El Papa Benedicto XVI, se manifestó, en 2006 contrario al «Pacto Civil de Solidaridad», una iniciativa que daba reconocimiento legal a las parejas de hecho en Italia:
«Es un grave error obscurecer el valor y las funciones de la familia legítima, fundada sobre el matrimonio, atribuyendo a otras formas de unión reconocimientos jurídicos impropios, de los que no existe, en realidad, ninguna exigencia social efectiva». (Zenit, 12 de enero de 2006).
Dirigiéndose a los obispos españoles, el 19 de febrero de 1998, Juan Pablo II subrayó el rol fundamental de la familia, «esta institución que encuentra su origen en Dios y e su plan de salvación«. (cf. Familiaris consortio, n. 49), en la sociedad actual.
El Papa Juan Pablo II declaró: «Estamos en presencia de una corriente, muy extendida en ciertas regiones, que tiende a alterar su verdadera naturaleza [de la familia]. En efecto, las tentativas no faltan para asimilar la familia, en la opinión pública y aún en la legislación civil, a simples uniones sin carácter jurídico constitucional; o bien, pretender reconocer como familia la unión entre personas de un mismo sexo«.
Estas tentativas de las cuales hablaba el Soberano Pontífice -la pretensión de reconocer las «parejas» homosexuales y las de hecho- son de una candente actualidad en nuestro País.
Ante esta ofensiva contra la institución familiar, el Santo Padre recordó el deber imperioso de ponerle una resistencia victoriosa:
«La crisis del matrimonio y de la familia nos lleva a proclamar, con firmeza pastoral, como un auténtico servicio hecho a la familia y a la sociedad, la verdad sobre el matrimonio y la familia, como Dios las ha instituido. No hacerlo sería una grave omisión pastoral que inducirá al error a los creyentes, como a aquellos que tienen la pesada responsabilidad de tomar decisiones por el bien común de la Nación. Esta verdad es válida no solamente para los católicos, sino para todos los hombres y mujeres sin distinción, ya que el matrimonio y la familia constituyen un bien irreemplazable para la sociedad que no puede permanecer indiferente a su desagregación y a su pérdida«.(L’Osservatore Romano, hebdomadaire en langue française, nº 21, 26 mayo 1998).
Ciertamente, este deber es en primer lugar de los Pastores y de aquellos que tienen a cargo la enseñanza religiosa, pero las palabras del Papa no dejan lugar a dudas. Nadie puede permanecer indiferente a la desagregación del matrimonio y de la familia.
¡La indiferencia, esa es la tentación! Espectáculos, vacaciones, juegos de fútbol, la propia actualidad, podrían hacernos olvidar que el futuro de la familia chilena se decidirá próximamente.
Qué dicen los homosexuales
El legislar sobre esta materia, cualquiera sea el proyecto, significa un reconocimiento por parte del Estado y de la sociedad de las uniones de hecho, sean homo o heterosexuales. Y es esto lo que los homosexuales buscan:
Escribiendo en el Chicago Free Press, el activista homosexual Paul Varnell afirma:
“La cuestión fundamental controvertida sobre la homosexualidad no es la discriminación, crímenes odiosos o sociedades domésticas, sino la moralidad de la homosexualidad. Entonces el movimiento gay, lo reconozcamos o no, no es un movimiento de derechos civiles, ni aún un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral dirigida a cambiar la visión moral que la gente tiene sobre la homosexualidad.[1] (Sobre esta materia, ver nuestro libro: “En defensa de una Ley superior”. El libro puede ser bajado gratuitamente en: http://www.accionfamilia.org/publicaciones/libros/defensa-ley-superior/).
Proyecto innecesario
Juan Antonio Coloma, afirmó que «es un proyecto innecesario. Lo que se pretende corregir se puede hacer perfectamente con instituciones que hoy día existen. No veo la necesidad de generar otra institución que se pueda entender como equivalente al matrimonio«.
¿Por qué tanta insistencia?
[1] Paul Varnell, “Defending Our Morality,” Chicago Free Press, Aug. 16, 2000, http://indegayforum.org/authors/varnell/varnell37.html.