En sendas entrevistas concedidas al Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung y RPOnline, el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, ha defendido la obra de Karl Marx, considerado como el padre del comunismo.
El purpurado asegura igualmente que la doctrina social católica ha “trabajado duro” desde Marx. “Sin él”, afirma, “no habría doctrina social de la Iglesia”. Esto no significa, añade con un sarcasmo irreverente, que sea un “padre de la iglesia”.
Estas escandalosas declaraciones del cardenal Marx se producen poco después de que Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, presidente de la Pontificia Academia para las Ciencias, asegurara que la dictadura comunista china es el régimen que mejor lleva a cabo la doctrina social de la Iglesia.
Para el pensador brasileño Plinio Corrêa de Oliveira:
La gran realización de Karl Marx no fue, a mi modo de ver, la elaboración del llamado comunismo científico, doctrina confusa e indigesta que pocos conocen. El marxismo es tan ignorado por las bases comunistas y por la opinión pública de nuestros días cuanto las elucubraciones de Plotino o Averroes. Marx consiguió, eso sí, desencadenar la ofensiva comunista mundial, coaligando a los adeptos de una tendencia radicalmente igualitaria y anárquica, inspirada toda ella en el comunismo utópico.
En otros términos, si los líderes marxistas están imbuidos de Marx en mayor o menor medida, los soldados rasos que comandan son en general incapaces de conocer su doctrina. Lo que les lleva a aglutinarse alrededor de sus jefes son vagas ideas de igualdad y de justicia inspiradas en el socialismo utópico.
Y si los cuadros marxistas encuentran fuera de sí mismos, en ciertos sectores de la opinión pública, una aureola de simpatía, lo deben en el fondo a la irradiación casi universal de los principios igualitarios de la Revolución Francesa y del sentimentalismo romántico inherente al socialismo utópico. (Plinio Corrêa de Oliveira, Autorretrato filosófico).
Por su parte, la Iglesia siempre ha condenado el marxismo
Pío XI denuncia en la encíclica Qui pluribus:
“… la enseñanza perversa, sobre todo en materias filosóficas, (…) tal la nefanda doctrina del comunismo, contraria al derecho natural, que, una vez admitida, echa por tierra los derechos de todos, la propiedad, la misma sociedad humana; tales las insidias tenebrosas de aquellos que, en piel de ovejas, siendo lobos rapaces, se insinúan fraudulentamente, con especie de piedad sincera, de virtud y disciplina, penetran humildemente, captan con blandura, atan delicadamente, matan a ocultas, apartan de toda Religión a los hombres y sacrifican y destrozan las ovejas del Señor”.
Manifestaciones similares aparecen, entre otras, en las encíclicas:
Divini Redemptoris de Pío XI (19 de marzo de 1937), está dedicada expresamente a condenar el comunismo ateo;
Ad Apostolorum Principis de Pío XII (29 de junio de 1958), en la que se condena la intervención en asuntos eclesiásticos del comunismo en China.
Mater el Magistra de Juan XXIII (15 de mayo de 1961), en la que recuerda, y confirma, que la encíclica Quadragesimmo Anno de Pío XI:
“El Sumo Pontífice manifiesta además que la oposición entre el comunismo y el cristianismo es radical. Y añade qué los católicos no pueden aprobar en modo alguno la doctrina del socialismo moderado”.
Ecclesiam suam de Pablo VI (6 de agosto de 1964), en la que asegura estar obligado a:
… condenar los sistemas ideológicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia, sistemas identificados frecuentemente con regímenes económicos, sociales y políticos, y entre ellos especialmente el comunismo ateo.
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¿Qué podemos decir de estas declaraciones de un tan alto prelado? ¿Dónde pretenden llevar este tipo de pastores al rebaño confiado a su guarda?