Como síntoma de las reacciones que viene despertando en varios sectores la Ostpolitik vaticana con el régimen comunista de Pekín, reproducimos algunos trechos de un artículo del estudioso Samuel Gregg [1]. El analiza las escandalosas declaraciones de Mons. Sánchez Sorondo, Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, al regresar de un viaje a ese país.
“Estuvo de moda en los años 20 y 30 que los intelectuales progresistas e izquierdistas fueran a la Unión Soviética para descubrir qué estaba sucediendo «realmente» en la tierra del primer gran experimento del comunismo. ‘Toda la inteligencia británica’, exclamó en voz alta en 1932 Kingsley Martin, editor de la revista política de izquierda, New Statesman, ‘estuvo en Rusia’.
“La mayoría de ellos volvieron con más conciencia y profundamente impresionados por lo que habían visto. Por ejemplo, cuando el periodista progresista estadounidense Lincoln Steffens regresó de su viaje a Rusia en 1919, escribió la famosa frase: ‘Vi el futuro y funciona’.
“Sin embargo, hay realidades sobre el comunismo soviético de las cuales pocas de estas personas han hablado. Por ejemplo, rara vez se hace referencia a: la destrucción de la libertad por los bolcheviques; el culto a la personalidad de Lenin y más tarde de Stalin; el uso sistemático del terrorismo por parte del régimen contra oponentes reales (casi siempre imaginarios) contra la vitalidad de las iglesias; la coacción de los agricultores en granjas colectivas; el asesinato de miles de sacerdotes ortodoxos y otras iglesias; la gran hambruna que mató a millones de personas en Ucrania; procesos sumarísimos; purgas y ejecuciones; los campos de trabajos forzados y la propaganda incontenible a través de la cual se aseguraba a la gente, que todo estaba bien y que cualquier problema que ocurría era obra de saboteadores, kulaks, traidores de la clase obrera, reaccionarios zaristas, capitalistas occidentales malvados y los servicios secretos británicos.
“Hace poco me acordé de todo esto al leer una extraña entrevista dada por el obispo argentino Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, que ha vivido durante mucho tiempo en el Vaticano, donde es el canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de las Ciencias Sociales. El obispo, que recientemente visitó China, ha descrito al estado gobernado por el partido único comunista como «extraordinario«.
“¿Por qué es extraordinario? Bueno, según Monseñor Sánchez en China «no hay barrios marginales [‘villas miserias’], no hay drogas, los jóvenes no toman drogas«. También dijo que China considera el tema del cambio climático mucho más que la mayoría de las otras naciones. Pero, sobre todo, el obispo dijo que «los que mejor practican la doctrina social de la Iglesia son los chinos«.
“En este punto, he comenzado a preguntarse cómo el obispo argentino ha hecho coincidir con la doctrina social de la Iglesia algunos hechos bien conocidos del régimen comunista chino: política del aborto obligado para el control de la población, el uso de campos de trabajo forzado en masa, los actuales problemas de corrupción rampante, el creciente culto a la personalidad del presidente Xi Jinping, la falta de democracia, la posición belicosa y militarista en el Mar del Sur de china, el control y la censura de cualquiera que venga a ser considerado una amenaza para el monopolio de poder del Partido Comunista, como el terrible tratamiento reservado al activista premio Nóbel de la paz, el difunto Liu Xiaobo, por parte del Ministerio de la seguridad del Estado, la opresión del pueblo tibetano y de otras minorías étnicas, la demolición de las iglesias evangélicas católicas y la continua vejación del clero católico y los laicos que no quieren apoyar a los títeres del régimen como la Asociación Católica Patriótica China.
“Entre otras cosas, hay muchas chabolas en China continental, incluso en Beijing. Y si Monseñor Sánchez realmente cree que ningún joven usa drogas en China, solo puedo concluir (muy caritativamente) que ha hecho una gira muy limitada por China, tal vez algo similar a los viajes de la emperatriz Catalina II, durante el que sus consejeros se aseguraron de que ella viera solo los llamados Potemkin, edificios temporales diseñados solo para no mostrar ninguna verdad desagradable a la soberana.
“Sin embargo, parece que últimamente una cierta desconexión de la realidad parece haberse vuelto normal para la Santa Sede, o al menos la tendencia a ver el mundo a través de un filtro de izquierda (como bien muestra el articulista, diciendo en determinado momento de su crónica: “Podría continuar sin fin para enumerar a los importantes izquierdistas que han formado parte de las Academias Pontificias desde 2013”) (…)
“China, insistió el obispo, está particularmente concentrada en promover el «bien común». (…)
“Tener algunos funcionarios que exponen públicamente su visión del mundo no ateniéndose a los hechos e incoherente no ayuda a la reputación de la Santa Sede. La afirmación de Monseñor Sánchez de que China es de alguna manera uno de los países del mundo que mejor practica la doctrina social de la Iglesia es francamente escandalosa. También es ofensivo para los católicos y otros cristianos que han sufrido tanto por su fe en lo que es, después de todo, un régimen que permanece vinculado ideológicamente con el materialismo ateo. En cualquier organización que tome en serio la realidad y su credibilidad, una persona que hace ciertas declaraciones debe ser formalmente, si no públicamente, reprendida por funcionarios más influyentes y tal vez incluso removida de su cargo. (…)
“El hecho, sin embargo, de que personas como Monseñor Sánchez se sientan, aparentemente, libres de hablar y actuar como lo hacen, son particularmente explicativas de la atmósfera que existe en el Vaticano en este momento. Y en la Iglesia, la responsabilidad última de esta situación cae en manos de un sólo hombre”. (…)
Todo esto es particularmente grave en el contexto de los acuerdos entre la Santa Sede y el régimen comunista de Pekín. Este acuerdo colocaría a Pekín en el control de la Iglesia Católica en ese país, nombrando a sus obispos. Al final, un silencio de muerte bajaría sobre el catolicismo.
Existe desde hace muchos años una heroica resistencia de la “Iglesia clandestina” china fiel a Roma, de sus obispos, sacerdotes y millones de católicos que recusan someterse a la llamada Iglesia Patriótica, cismática en relación a Roma, y enteramente sumisa al poder central de Pekín.
Por eso, causó asombro en el mundo católico la noticia de la visita a China de una delegación vaticana liderada por el arzobispo Claudio María Celli, quien en nombre del Papa Francisco pidió a los legítimos pastores de la diócesis de Shantou y Mindong que entregasen sus diócesis y sus rebaños a obispos ilegítimos nombrados por el gobierno comunista y en ruptura con la Santa Sede.
Es conocida la posición del Cardenal emérito de Hong Kong, Joseph Zen Ze-kiun, quien declaró: “¿creería yo que el Vaticano está vendiendo la Iglesia Católica en China? Sí, definitivamente, si es que van en la dirección en la que están según lo que han venido haciendo en los últimos años y meses”. [2]
Ni una sola palabra sobre la persecución religiosa que el comunismo inflige a nuestros hermanos en la Fé – obispos, sacerdotes y fieles prisioneros –, ni a la violación sistemática y universal de los derechos fundamentales del hombre creado a imagen y semejanza de Dios.
Acción Familia le invita a dar su apoyo a los católicos chinos, perseguidos por un régimen anticristiano al cual están en vías de ser entregados por Roma.
[1] Samuel Gregg es director de pesquisas en el Acton Institute. El artículo original “Unreality and Incoherence Reign at the Vatican” ha sido fue publicado en Law and Liberty el 8 de febrero de 2018. http://www.libertylawsite.org/2018/02/08/unreality-and-incoherence-reign-at-the-vatican/
[2] https://www.aciprensa.com/noticias/cardenal-explica-grave-situacion-de-la-iglesia-en-china-asediada-por-el-gobierno-comunista-20478