“Bienaventurados los que son perseguidos por amor a la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos!” (Mat. 5, 10); “si el mundo os odia, sabed que me odió a mí antes que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo os amaría como siendo suyos. Como, empero, no sois del mundo, sino que del mundo os elegí, por eso el mundo os odia” (Ju. 15, 18-19).
Esas divinas palabras de Nuestro Señor Jesucristo expresan nuestra admiración por la única Iglesia Católica en la China, hoy bajo la bota comunista, y que tiene en V. Eminencia un egregio miembro y portavoz.
Vemos en esos católicos perseguidos otros tantos hermanos en la Fe a quienes fue dirigida la Declaración de Resistencia, publicada en 1974 por el eminente líder católico brasileño Prof. Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), fundador de la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, e inspirador de TFPs y entidades afines en los diversos continentes. El documento (que sigue adjunto) titulado: La política de distensión del Vaticano con los gobiernos comunistas — Para la TFP: ¿cesar la lucha, o resistir?
Causó asombro en el mundo católico la noticia de la visita de una delegación vaticana liderada por el arzobispo Claudio María Celli a China, quien, en nombre del Papa Francisco, pidió a los legítimos pastores de las diócesis de Shantou y Mindong que entregasen sus diócesis y sus rebaños a obispos ilegítimos nombrados por el gobierno comunista y en ruptura con la Santa Sede.
Después de visitar el país aplastado por una dictadura aún más inclemente que la cubana, Mons. Sánchez Sorondo, aún a la manera de Mons. Casaroli, agregó: “Encontré una China extraordinaria; lo que las personas no saben es que el principio central chino es trabajo, trabajo, trabajo. No tienen ‘villas miseria’, no tienen drogas, los jóvenes no tienen droga […] [China] está defendiendo a dignidad de la persona […]”.
Ni una sola palabra sobre la persecución religiosa que el comunismo inflige a nuestros hermanos en la Fe, a los obispos, sacerdotes y fieles prisioneros, ni a la violación sistemática y universal de los derechos fundamentales del hombre creado a imagen y semejanza de Dios.
Firme ahora
Siendo así, el Instituto Plinio Corrêa de Oliveira y asociaciones autónomas y hermanadas de todo el mundo, así como los miles de católicos que unen sus firmas a este mensaje de apoyo moral:
- Manifiestan a Vuestra Eminencia, a toda la Jerarquía, al clero y pueblo católico de China, su admiración y su solidaridad moral, en esta hora en que urge erguir la resistencia ante el Moloch comunista y la Ostpolitik vaticana. Los obispos y sacerdotes de la perseguida Iglesia clandestina en China que ahora resisten, están siendo para el mundo entero un símbolo vivo del “buen pastor que da su vida por sus ovejas”.
- Afirman que nutren aliento, fuerza y esperanza invencible del épico ejemplo de los actuales mártires que perseveran en China. Nuestras almas católicas aclaman estas nobles víctimas: “Tu gloria Jerusalem, tu laetitia Israel, tu honorificentia populi nostri” (Judith 15,10). Esos mártires constituyen la gloria de la Iglesia, la alegría de los fieles, la honra de los que continúan la lucha sacrosanta.
- Elevan sus oraciones para que Nuestra Señora, Emperatriz de China, con su desvelo de Madre socorra y dé ánimo a sus hijos chinos que luchan para mantenerse fieles a pesar de circunstancias tan cruelmente hostiles.
São Paulo, 24 de febrero de 2018
Instituto Plinio Corrêa de Oliveira