Reproduciomos a continuación un artículo de Eugenio Trujillo Villegas sobre la visita del Papa a Colombia – Es Director de la Sociedad Colombiana Tradición y Acción
Colombia, agosto 7 de 2017 – El Papa Francisco visitará a Colombia durante la primera semana de septiembre próximo, en medio de profundas controversias sobre su posición pastoral acerca del proceso de paz adelantado entre el Gobierno colombiano y las FARC.
Este proceso se ha venido adelantando desde hace 6 años, con resultados contradictorios. Por fuera de Colombia, una gran propaganda y la eficaz diplomacia del gobierno Santos, han conseguido que sea visto como un éxito rotundo, que consiguió pacificar el país después de décadas de violencia. Pero, internamente, el rechazo de los colombianos es casi total, siendo que los índices de popularidad del presidente Santos están en el 10%, y las grandes mayorías rechazan el Acuerdo firmado con la guerrilla por considerarlo una verdadera catástrofe para el País.
Dicho Acuerdo consagra la impunidad más absoluta a los terroristas, legaliza las grandes fortunas obtenidas por las FARC por cuenta del narcotráfico, los convierte en un partido político armado, pues la acordada entrega de armas no parece creíble. Además, en un verdadero absurdo, el Congreso de Colombia aprobó una reforma a la Constitución, por medio de la cual el Acuerdo firmado entre el Gobierno y las FARC se convierte en parte integrante de la misma Constitución, lo cual comienza a producir un verdadero terremoto jurídico e institucional, pues eso obliga a la transformación forzada de casi todas las instituciones políticas y administrativas de la nación, que se acomodarán así a la nueva Carta Política.
A medida que pasan los días, el pueblo colombiano va abriendo los ojos ante una situación que el Gobierno ha hecho todo por ocultar, que es el alcance de las transformaciones comprometidas en las negociaciones con las FARC. Entre ellas, está la importante limitación a la propiedad privada y a la libre iniciativa privadas, la seguridad jurídica a la inversión extranjera y la reforma agraria socialista que amenaza con expropiar 3 millones de hectáreas productivas. Además, el Acuerdo establece la creación de una cantidad indeterminada de comisiones, integradas por el Gobierno y las FARC, que se encargarán de rediseñar todas, absolutamente todas las instituciones gubernamentales de Colombia.
La gran pregunta que se hacen los colombianos ante esta avalancha de transformaciones es: ¿Hacia dónde nos llevará todo esto? Y la respuesta no es difícil de encontrar, al ver la situación trágica y terrible de Venezuela, nuestro vecino de al lado, con quien compartimos más de dos mil kilómetros de frontera, que se deshace en mil pedazos por la aplicación de las políticas comunistas de Chávez y Maduro, al tiempo que se impone una brutal dictadura marxista apoyada por decenas de miles de milicianos cubanos, que ahora luchan por la revolución castrista en el vecino país. Para un número creciente de colombianos, Venezuela es el espejo en el cual podemos ver a la Colombia de mañana, de seguir las cosas tal como van hasta ahora.
En medio de este panorama trágico y terrible llegará a Colombia el Papa Francisco. Según sus propias palabras, vendrá a apoyar la paz. ¿Pero, en realidad, qué será lo que eso quiere decir? En la víspera del plebiscito realizado el pasado 2 de octubre, en el cual los colombianos debían votar SI o NO al proceso de paz, Francisco envió un mensaje diciendo que votar por el NO era ser enemigo de la paz y que todos los buenos católicos deberían votar por el SI. E idéntica fue la recomendación de la totalidad de los obispos colombianos, que fueron los grandes adalides del SI. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, en el plebiscito ganó el NO, y ni por ello el gobierno cambió su política, ni dejaron de implementarse los acuerdos, a pesar de haber sido derrotados en la consulta popular. Y, menos aún, el resultado electoral cambió en algo el parecer de los obispos.
Después de transcurrido casi un año desde el plebiscito, el rechazo de la opinión a los Acuerdos ha aumentado considerablemente. Además, el descrédito del Presidente y su gobierno no tienen antecedentes en la historia de Colombia, pues por un lado se ha desatado una grave crisis económica por la desconfianza de los sectores empresariales ante la implementación de la paz, y por otro, el gobierno Santos está siendo señalado de los más graves y escandalosos casos de corrupción que ha conocido el País en toda su historia.
En esta perspectiva, el gran interrogante que debe sortear la diplomacia vaticana, es cómo el Papa Francisco va a apoyar un proceso de paz que goza del más absoluto descrédito entre la población católica del País. Con esta visita, el Papa Francisco corre el riesgo de crear una gran división entre el pueblo católico, pues su pontificado se ha caracterizado más por las actuaciones políticas a favor de regímenes de izquierda, y aquí vendrá a apoyar lo que casi todo el mundo rechaza.
Por último, estando en Colombia, el Papa Francisco tampoco podrá evitar tomar una posición definida sobre la situación de Venezuela. Por estos días, el régimen de Maduro se ha consolidado en una auténtica dictadura marxista, que conduce a la nación venezolana al totalitarismo y a la miseria. ¿El Papa Francisco pasará por alto esta situación? Los millones de católicos de Venezuela esperan de la Cátedra de Pedro una voz de aliento a sus esperanzas, y también una voz de condena a los sátrapas que destruyen su nación en nombre de los principios de Marx y de los hermanos Castro.
Colombia, agosto 7 de 2017