¿Cómo puede un católico participar activamente de las conmemoraciones de la rebelión de Lutero contra la Iglesia y el papado, sin dar la impresión a los demás católicos y no católicos que admira los actos y las doctrinas del pérfido heresiarca?
Lutero quema la bula de excomunión
A menudo los actos y gestos simbólicos tienen mayor poder de persuasión que las palabras y los raciocinios, aunque ambos se completen. Fue así que el Divino Salvador alternaba continuamente su predicación con gestos simbólicos y el uso de metáforas y parábolas.También por esta razón, la Iglesia siempre se ha rodeado de símbolos para hacer más visibles la belleza de su doctrina, la sacralidad de su liturgia, la dignidad y la autoridad de sus jerarcas. El Papa era coronado solemnemente para simbolizar el poder conferido a él por Nuestro Señor, como sucesor de San Pedro, en el gobierno de la Iglesia y la orientación de la Cristiandad.
El Magisterio por medio de actos simbólicos
El actual Sumo Pontífice utiliza una gran cantidad de gestos simbólicos y tiene un magisterio más hecho de actos y actitudes que propiamente de palabras, a pesar de que las use y, por desgracia, a menudo de modo confuso e incluso escandaloso como el famoso: «¿Quién soy yo para juzgar? »
En la línea de su Magisterio por actos y gestos, es de suma gravedad su anunciada participación en las conmemoraciones de la rebelión del monje apóstata y heresiarca Martín Lutero.
Según ha informado el Vatican Informative Service, del 25 de enero pasado, el Papa Francisco irá este año a la ciudad de Lund, en Suecia, donde, junto con dirigentes luteranos «presidirá una conmemoración conjunta de la Reforma, el 31 de octubre». [1] Como se recuerda, fue en esa fecha que, en 1517, Lutero clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg sus 95 tesis. [2]
La conmemoración de un hecho histórico no es un simple recuerdo del mismo, como podría ocurrir en una clase de historia. Es un recuerdo festivo y elogioso de algo que se considera digno de admiración, imitación o incluso de devoción. Es así que en 2017 el mundo católico celebrará el centenario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima.
¿Cómo puede el Papa Francisco participar activamente de las conmemoraciones de la rebelión de Lutero contra la Iglesia y el papado, sin dar la impresión a los católicos y no católicos que admira los actos y las doctrinas del heresiarca?
Solemne condenación de los errores de Lutero
Conviene recordar que el Papa León X, con la bula Exsurge Domine de junio de 1520, condenó solemnemente 41 de los errores defendidos por Lutero en 1517:
«Por la autoridad de Dios Todopoderoso, de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y de nuestra propia autoridad, condenamos, reprobamos, y rechazamos por completo cada una de estas tesis o errores como heréticos, escandalosos, falsos, ofensivos para los oídos piadosos o seductores de las mentes sencillas, y contrarios a la verdad católica. Enumerándolos, decretamos y declaramos que todos los fieles de ambos sexos deben considerarlos como condenados, reprobados y rechazados… Prohibimos a todos en nombre de la santa obediencia y bajo las penas de una excomunión automática…»
Del mismo modo, este Papa condenó los otros escritos de Lutero:
«Aún más, por causa de los precedentes errores y de muchos otros, contenidos en los libros o escritos y sermones de Martín Lutero, del mismo modo condenamos, reprobamos y rechazamos por completo los libros y todos los escritos y sermones de dicho Martín, sea en latín o en cualquier otra lengua, que contengan tales errores o uno cualquiera de ellos; y deseamos que sean considerados totalmente condenados, reprobados y rechazados. Prohibimos a todos y a cualquiera de los fieles de ambos sexos, en nombre de la santa obediencia y bajo las penas anteriores en las que incurrirán automáticamente, leer, sustentar, predicar, alabar, imprimir, publicar o defenderlos». [3]
Furor contra el Papado
La respuesta del heresiarca, en su estilo arrogante y vulgar, fue el panfleto del 4 de noviembre de ese mismo año, «Contra la execrable Bula del Anticristo», en el que proclamaba:
«Tu, entonces, León X, y ustedes cardenales y el resto de ustedes en Roma, yo les digo en su cara… a renunciar a vuestra blasfemia diabólica e impiedad audaz y, si no mudan, consideraremos vuestro lugar como poseído y oprimido por Satanás y como el maldito asiento del Anticristo».
La ira de Lutero contra el papado le llevó a incurrir cada vez más en la vulgaridad, llegando a utilizar términos y hacer imprimir y promover ilustraciones inimaginables.
Pidiendo disculpas al lector, citamos aquí una muestra. Se trata de la evaluación hecha por un historiador protestante del libelo de Lutero «Contra el papado en Roma, fundado por el diablo», publicado en la revista Concordia Theological Quarterly de la Iglesia Luterana del Sínodo de Missouri:
«Lutero superó incluso la violencia y la vulgaridad de la «Contra Hanswurst» [en el que atacaba al Duque católico Enrique de Brunswick] en su libelo de 1545 titulado “Contra el papado en Roma, fundada por el diablo». En la línea de estos tratados, publicó una serie de grabados en madera escatológicos y violentos que, de un modo de gráfico, sugerían cómo los buenos cristianos deberían tratar al papado. En estos y otros tratados, Lutero denigraba a sus oponentes, con mayor frecuencia comparándolos con cerdos o burros, o llamándolos mentirosos, asesinos e hipócritas. Ellos eran todos esbirros del diablo. … Llamó al Papa Pablo III [1534-1549] ‘His Infernal Bugger’ (Su Sodomita infernal, Paula III), y utilizó palabras como excremento en todas partes, con toda naturalidad. En los grabados de Lucas Cranach, que Lutero encargó al final de su vida, se presentaba a la Iglesia papista como saliendo del ano de una enorme diabla, y sugería, una vez más, que el Papa, los cardenales y los obispos debían ser colgados en la horca con la lengua afuera». [4]
El mismo artículo informa:
«Cuando se le preguntó por qué había publicado las caricaturas, Lutero respondió que se dio cuenta que no tenía mucho tiempo de vida y que todavía conocía mucho que debería ser revelado sobre el papado y su reino. Por esta razón, había publicado las ilustraciones, cada una valiendo por un libro, de lo que debería ser escrito sobre el papado. Era, afirmó, su testamento». [5]
En 1529 Lutero proclamaba:
«Bajo el papismo estábamos poseídos por cien mil demonios.» [6]
Una de las críticas más suave de Lutero al Papa es este comentario suyo en las Conversaciones en la mesa:
«Anticristo es el Papa y el Turco [el Gran Turco] en conjunto; una bestia llena de vida debe tener un cuerpo y alma; el espíritu o el alma del Anticristo es el Papa, su carne o el cuerpo, el Turco. El segundo asalta y persigue a la Iglesia de Dios corporalmente; el primero espiritual y corporalmente también, con suspensión, hogueras, asesinatos, etc.» [7]
Doctrina de la falsa misericordia
La esencia de la doctrina de Lutero es la justificación solamente por la fe. Pero la consecuencia de esta doctrina es un falso concepto de la misericordia de Dios. Fray Serafino Lanzetta, analizando el libro del cardenal Walter Kasper, “Misericordia: La esencia del Evangelio y la clave de la vida cristiana”, escribe:
«Históricamente, según juzga Kasper, apoyado por O. H. Pesch, ‘la idea de un Dios vengativo y castigador lanzó a muchos en la angustia en relación a su salvación eterna. El caso más conocido, y un presagio de graves consecuencias para la historia, es el joven Martín Lutero, que fue atormentado mucho tiempo por la pregunta: ‘¿Cómo puedo encontrar un Dios bondadoso’, hasta que reconoció un día, en el sentido de la Biblia, la justicia de Dios no es su justicia punitiva, sino su justicia justificadora, y, por lo tanto, su misericordia». [8]
Esta doctrina está bien resumida en la famosa carta de 1521 de Lutero a Melanchton:
«Si usted es un predicador de la misericordia, no predique una misericordia imaginaria, sino la verdadera. Si la misericordia es verdadera, usted debe tener en cuenta un verdadero pecado, no un pecado imaginario. Dios no salva a aquellos que son sólo pecadores imaginarios. Sea un pecador y peque fuertemente, pero que su confianza en Cristo sea más fuerte, y se alegre en Cristo, que es el vencedor del pecado, de la muerte y del mundo. (…) Basta que a través de la gloria de Dios reconozcamos al Cordero que quita el pecado del mundo. Ningún pecado puede separarnos de Él, incluso que matemos y cometamos adulterio millares de veces por día. ¿Usted cree que tales Cordero exaltado pagó sólo un pequeño precio con un sacrificio carente por nuestros pecados? Rece fuerte porque usted es un gran pecador.
En el día de la fiesta de San Pedro Apóstol de 1521” [9]
En otro lugar Lutero escribió:
«Es conveniente que nos tornemos injustos y pecadores que llegamos a ser injusto y pecadores, a fin de que Dios sea reconocido justo en sus palabras.» [10]
Algunos escritores, incluso católicos, tratan de presentar estas palabras de Lutero como meras hipérboles, una vez que él también habla contra el pecado. Sin embargo, esta doctrina de pecca fortiter es la consecuencia de la «iluminación» que él recibió en la cloaca convento, es decir, de que es solamente la fe, sin las obras, la «sola fide» que salva. [11]
Ya en 1516, por lo tanto, antes de su rebelión pública, Lutero escribió a su cofrade agustino George Spenlein:
«Sé un real pecador porque Cristo habita sólo en los pecadores.» [12]
Lutero deja claro, en su panfleto “La Iglesia en el cautiverio de Babilonia”, que el único pecado por el cual una persona puede perderse es el de incredulidad. Creyendo una persona, por mayor pecador que sea, estará salvada:
«¡Vea cuán rico es, por lo tanto, un cristiano, aquel que es bautizado! Incluso que él quiera, no podrá perderse, por más que peque, a menos que deje de creer. Porque ningún pecado lo puede condenar salvo la incredulidad. Todos los demás pecados, mientras la fe en la promesa de Dios hecha en el bautismo retorne o permanezca, todos los demás pecados, digo yo, son inmediatamente borrados por esa misma fe, o mejor dicho, a través de la verdad de Dios, porque Él no puede negarse a sí mismo”. [13]
En un sermón de 1532, Lutero predicaba:
«Quitando la incredulidad, no existen más pecado: el resto son bagatelas. Cuando mi pequeño Juanito va defecar en una esquina, uno se ríe y se acabó. Fides ut facit Stercus no feteat [La Fe hace que las heces no huelan]. Resumen de resúmenes: la incredulidad es el único pecado contra el Hijo [de Dios]. » [14]
Lutero, la misa católica, peor que un prostíbulo
Lutero predicó en 1524:
«Sí, yo lo digo, todos los prostíbulos, que sin embargo Dios condenó severamente, todos los homicidios, asesinatos, robos y adulterios, son menos perjudiciales que la abominación de la Misa papista.» [15]
En el panfleto antes mencionado, “El cautiverio de la Iglesia en Babilonia”, Lutero decía que el sacerdote, «ofreciendo la Misa como un sacrificio…. ¡es el auge de la perversidad!” [16]
El Espíritu de Verdad no induce al error
Las citas podrían continuar, pero los textos presentados son suficientes para dejar claro que las doctrinas, así como la personalidad del heresiarca, cuya rebelión arrastró naciones enteras fuera del único redil de Cristo, no tienen nada en común con la Iglesia Católica.
No se entiende entonces por qué el actual Papa, él mismo jesuita, orden religiosa suscitada por Dios para combatir el protestantismo, emprenda un viaje para conmemorar el centenario de una rebelión contra la Iglesia.
La misión dada a San Pedro fue la de alimentar a las ovejas de Cristo [17]; el encargo de confirmar a los hermanos en la fe [18]; él recibió las llaves del Reino de los Cielos [19] para conducir las almas a la bienaventuranza eterna.
El Concilio Vaticano I dejó en claro que «el Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro no para que ellos puedan, por su revelación, dar a conocer algunas nuevas doctrinas, sino para que, por su asistencia ellos puedan guardar religiosamente y exponer fielmente la Revelación o depósito de la fe transmitida por los apóstoles”. [20]
En efecto, el Espíritu Santo es un «Espíritu de Verdad» [21] y no puede inspirar el error, ya sea a través de palabras, actos, gestos o actitudes.
«Un siniestro supermercado de religiones»
En tal situación, en la conmemoración del quinto centenario del nacimiento del monje apóstata, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, que dedicó su vida a la defensa de la Iglesia y del Papado, escribió estas palabras de advertencia:
«No comprendo cómo hombres de la Iglesia contemporáneos, incluyendo de los más cultos, doctos o ilustres, puedan mitificar la figura de Lutero, el heresiarca, en el empeño de favorecer una aproximación ecuménica, de inmediato con el protestantismo, e indirectamente con todas las religiones, escuelas filosóficas, etc.
Y concluía:
«¿No disciernen ellos el peligro que a todos nos acecha al final de este camino, es decir, la formación, a escala mundial, de un siniestro supermercado de religiones, filosofías y sistemas de todo tipo, en que la verdad y el error se presentarán fraccionados, mezclados y puestos en confusión? Ausente del mundo sólo estaría ‒si hasta allí se pudiese llegar‒ la verdad total; es decir, la fe católica, apostólica, romana, sin mancha y sin defecto”. [22]
La Iglesia vencerá también esta crisis
En su luminoso ensayo “Revolución y Contra-Revolución”, el mismo pensador católico escribió estas palabras llenas de esperanza sobre la Iglesia:
«Alios ego vidi ventos; alias prospexi animo procellas, podría Ella decir ufana y tranquila en medio de las tormentas por las que pasa hoy. La Iglesia ya ha luchado en otras tierras, con adversarios oriundos de otras gentes, y ciertamente enfrentará todavía, hasta el fin de los tiempos, problemas y enemigos bien distintos de los de hoy». [23]
Aproximándose el centenario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, pidámosle a ella que apresure el cumplimiento de la promesa hecha en esa ocasión:
«Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará».
Luiz Sergio Solimeo (Original en Portugués. Traducción nuestra)
Notas:
[1] http://www.news.va/en/news/joint-ecumenical-commemoration-of-the-reformation
[2] El historiador P. Ricardo García-Villoslada, SJ, en su libro sobre Lutero, presenta argumentos y documentación muy convincentes de que este acto no tuvo lugar. Ni Lutero menciona en sus escritos, ni tal hecho es registrado por los cronistas contemporáneos. Fue sólo después de su muerte que Melanchton, que no estaba en Wittenberg en esa época, mencionó el supuesto hecho. Si se hubiese producido, puesto que se trataba de la víspera de Todos los Santos, una fiesta muy concurrida en la iglesia del castillo de Wittenberg, él habría llamado mucho la atención y sería mencionado en las crónicas. (Ricardo García-Villoslada, Lutero “El Fraile hambriento de Dios”, BAC, Madrid, 1973, v. 1, pp.334-338). Pero lo que importa es que, real o no, este hecho se convirtió en un símbolo de la rebelión luterana.
[3] León X, EXSURGE DOMINE, 15/06/1520, Traducción: José Fernández Vidal, en http://agnusdei.50webs.com/exsdom1.htm, consultado el 02/02/16.
[4] Marc U. Edwards, Jr., Luther last battles, CONCORDIA THEOLOGICAL QUARTERLY, Volumen 48, Números 2 y 3 abril-julio 1984, pp. 126-127 http://www.ctsfw.net/media/pdfs/edwardslutherslastbattles.pdf, consultado el 29/01/16.
[5] Ibid, p. 133
[6] Werke, t. XXVIII, p. 452, 11, apud J. Paquier, Luther, Dictionnaire de Theologie Catholique, vol. IX, partie première, col.1170.
[7] THE TABLETALK DE MARTIN LUTHER, traducido por William Hazlitt, Esq. Filadelfia: The Lutheran Publications Society. 1997 en http://reformed.org/master/index.html?mainframe=/documents/Table_talk/table_talk.html (consultado el 27/01/16).
[8] El Fr. Serafino M. Lanzetta, Kasper’s perplexing notion of «Mercy» Is Not What Church Has Always Taught – an extensive book review, and its implications for Marriage, at http://rorate-caeli.blogspot.com/2014/09/kaspers-perplexing-notion-of-mercy-is.html, consultado 1/2/16
[9] Let Your Sins Be Strong: A Letter From Luther to Melanchthon, Letter no. 99, 1 August 1521, From the Wartburg (Segment) Translated by Erika Bullmann Flores from: _Dr. Martin Luther’s Saemmtliche Schriften Dr, Johannes Georg Walch, Ed. (St. Louis: Concordia Publishing House, N.D.), Vol. 15,cols. 2585-2590. http://www.iclnet.org/pub/resources/text/wittenberg/luther/letsinsbe.txt (acessado 27/1//16).
[10] Werke, t. IV, p. 343, 22, apud J. Paquier, Luther, Dictionnaire de Théologie Catholique, v. IX, premire partie, col. 1212.
[11] En 1532 Lutero hacía a sus invitados la siguiente confidencia, recogida en Conversaciones a la mesa: «El Espíritu Santo me dio esa intuición en esta cloaca» (T.R., t. II, n. 1681, t. III, n. 3232ª, in Paquier, col. 1207).
[12] Enders, Luthers Briefwechsel, I, p. 29, in Hartmann Grisar, S.J., Martim Luther his Life and Work, The Newman Press, Wstminster, Maryland, 1960, p. 68.
[13] Martin Luther, The Babylonian Captivity of the Church – A prelude 1520, 3.8, at http://www.lutherdansk.dk/Web-babylonian%20Captivitate/Martin%20Luther.htm (acessado 281//16).
[14] Werke, t. XXXVI, p. 183, 7, en Paquier, col. 1249.
[15] Werke, t. XV, p. 774, 18, apud J. Paquier, col. 1170.
[16] The Babylonian Captivity of the Church, n.7.11, http://www.lutherdansk.dk/Web-babylonian%20Captivitate/Martin%20Luther.htm
[17] S. Juan 21: 15-17.
[18] S. Lucas 22:32.
[19] S. Mateo 16:19.
[20] Denzinger 1836.
[21] S. Juan 14:21.
[22] Lutero se considera divino – 10 de enero de 1984, Folha de Sao Paulo, en
[23] Revolución y Contra-Revolución, II, 12, en http://www.accionfamilia.org/publicaciones/libros/revolucion-y-contra-revolucion/