La lección que nos da la muerte es una lección de profundidad, una lección de fuerza de alma, una lección de coraje, una lección de grandeza, que es incomparable.
Las fotografías que reproducimos ilustran bien como se consideraban y como se consideran los funerales y el luto.
Uno, obra de Jean Fouquet, representa los funerales de Étienne Chevalier, en el siglo XV. La otra es una fotografía de un automóvil para transporte funerario, de los que actualmente se usan en São Paulo.
En la escena medieval, el transporte fúnebre era realizado a mano. Los personajes caminan con fisonomía compungida y paso cadenciado. El aspecto de conjunto del cortejo es grave y solemne, expresando adecuadamente la terrible majestad de la muerte.
Como era vista la muerte en los tiempos de fe y civilización cristiana
Costumbres sociales de este estilo, manifiestan bien que el hombre tomaba ante la muerte una actitud de cristiano: ni huía de ella despavorido, ni procuraba disfrazar bajo apariencias anodinas lo que ella tiene de terrible. Esto es porque el hijo de la Iglesia cree en la Redención y en la Resurrección.
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¡Los funerales modernos son bien diferentes! Cada vez más tienden a dar a la muerte el carácter de un accidente sin importancia, y a borrar de los aspectos de la existencia cotidiana todo cuanto recuerde lo que en aquella hay de terrible.
Las condiciones técnicas de la vida de nuestros días favorecen, por singular coincidencia, esta tendencia. Y en general no se nota el esfuerzo de los artistas ni de los técnicos, para obviar en la medida de lo posible este grave inconveniente.
Así, por ejemplo, puede haber algo más parecido a un furgón de entrega de mercadería, que el auto funerario que aparece en la segunda fotografía? Quitándole sólo la cruz y la cortina y estaría hecha la transformación.
Ambientes, Costumbres, Civilizaciones. – Catolicismo Nº 11 – Noviembre de 1951
Por eso, en lo personal, no me gustan mucho los «cementerios parque», porque no son lugares que invitan a la reflexionar acerca de la realidad de la muerte, que todos tenemos que enfrentar y para lo cual debemos prepararnos. Estos cementerios no son lugares que invitan a la oración ni a cuestionar nuestra vida. Este mes de noviembre fui testigo, como en otras ocasiones, de familias que hacen picnic en estos lugares, celebran el cumpleaños del fallecido, etc…increíble, pero cierto!. Creo que esto no puede ser algo sano.
Pareciera que la sociedad no quiere pensar en la muerte, porque si hace fuera, nuestras relaciones serían diferentes, el mundo sería diferente…