Los Châteaux franceses ejercen todavía una seducción, ellos constituyen más o menos inconscientemente, la materialización de la idea de poder, realzado por un ambiente poético, pueden ser, entre tanto los guardianes de la memoria del lugar y del prestigio de otrora.
Ellos ocupan un lugar de primer rango en el imaginario popular, por la capacidad de suscitar la emoción y el sueño, la reflexión y la creación.
Ellos permanecen como una fuente inspiración para las artes: las exposiciones que allí se realizan, colocan en escena el universo fascinante del Château. Teatro de leyenda, de cuentos maravillosos o de relatos inquietantes, poblados de caballeros, de princesas y de hadas, a través de la presentación de juegos antiguos y modernos…
En el siglo XXI el Château permanece un arquetipo arquitectónico, rico en memoria de todos los destinos que él conservó: lugar de mando, de cautividad, de refugio, de misterio, de fantástico, de fiesta.
El cristaliza sueños y clichés, y es por eso que continúa poblando, no solamente los romances de aventuras, herederos de relatos de capa y de espada, sino también programas televisivos y dibujos infantiles.
Los Châteaux medievales muchas veces bien restaurados, tienen la gran capacidad de convocar lo imaginario, con una fuerte influencia sobre la sensibilidad de los niños.
(Eric Mension-Rigau, Historiador)