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“Vivamos como vivamos, cuidémonos del VIH”
Quienes no viven en Santiago no han tenido la desagradable sorpresa que sufrieron los millones de santiaguinos que diariamente se trasladan por el Metro.
En efecto, el pasado 10 de enero el Ministerio de Salud mandó instalar en las estaciones del Metro enormes carteles de homosexuales besándose, acompañadas de la siguiente frase: “Vivamos como vivamos, cuidémonos del VIH”.
Tanto la ilustración cuanto el slogan no pueden sino promover las relaciones homosexuales y el amor libre.
En efecto, si un Ministerio se dirige a toda la población de su país a respecto de una enfermedad que se transmite por vía sexual y le dice, “vivamos como vivamos”, está queriendo minimizar la diferencia entre los estilos de vida sexual e insinuar que todos ellos son legítimos.
Y si la ilustración de ese slogan ideológico amoral es una fotografía de dos homosexuales besándose, es para indicar que dentro de las opciones de libertinaje, están incluidas las relaciones homosexuales. Así, en la práctica, con esos carteles, el Minsal está haciendo una promoción descarada de conductas manifiestamente reñidas con la moral.
Peor aún. Esa propaganda fue puesta en lugares públicos por los que pasan indistintamente, niños, adolescentes, jóvenes y adultos. El resultado evidente es que los más afectados por ese mensaje escandaloso son justamente los niños y adolescentes, quienes tienen menos criterios de evaluación moral y guardan la enseñanza de que se puede tener un comportamiento sexual promiscuo, mientras se haga “protegido”.
Promover la promiscuidad sexual y las relaciones homosexuales junto a menores de edad, so pretexto de combatir el VIH, es una política irresponsable por parte de autoridades sanitarias, porque equivale a querer apagar un incendio con bencina.
En efecto, es notorio que la principal causa de difusión de la epidemia del SIDA es precisamente la promiscuidad en las relaciones sexuales, así como es sabido que el grupo con mayor incidencia de VIH per capita es el de los homosexuales de sexo masculino.
Por eso, la propaganda verdaderamente eficaz para contener el SIDA es hacer la promoción de la fidelidad conyugal y de la castidad antes del matrimonio. Por el contrario, la propaganda de la promiscuidad resulta en un crecimiento de la actividad sexual y, por lo tanto, también de los comportamientos de riesgo.
Es lo que demuestran los propios datos entregados en diciembre del 2013 por el Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud, a través de su División de Planificación Sanitaria. La epidemia de infección por SIDA se inició en 1984, con la detección de 6 personas, distribuidas en las regiones Metropolitana, Valparaíso y Bio-Bio. Hasta el año 2012, las notificaciones de infección por VIH/SIDA ya alcanzan cerca de 30.000 casos registrados, a los cuales deben sumarse los portadores anónimos y los posteriores a esta investigación.
Por lo tanto, todas las campañas gubernamentales permisivas que se han venido repitiendo a través del tiempo, so pretexto de prevención de la epidemia, han fracasado rotundamente y no han conseguido sino aumentarla de modo explosivo.
“Contra hechos no hay argumentos”, dice el conocido adagio. Los hechos han demostrado que las campañas amorales han tenido como resultado el aumento del SIDA.
Delante de esta realidad incontestable, el Gobierno en vez de corregir la línea permisiva de los mensajes, hace justamente lo opuesto y envía a toda la población la más permisiva de las directrices: “vivamos como vivamos”, o sea, vivan como les dé la gana, lo que equivale a hacer la promoción del amor libre, con preferencia para las relaciones homosexuales.
Al poner los anuncios en lugares públicos, el Gobierno está violando frontalmente el derecho preponderante que tienen los padres de familia de educar a sus hijos conforme con sus convicciones, especialmente en esta tan delicada materia de los comportamientos sexuales.
¿Qué puede hacer Ud. Como papá o una mamá delante de la agresión que significa para su hija o hijo pequeños una propaganda de esta naturaleza?
Naturalmente que nadie tiene el poder económico ni los medios administrativos de que dispone el Estado para poder hacer una campaña en sentido opuesto. Es decir, promoviendo la fidelidad conyugal y la abstinencia sexual antes del matrimonio.
Quizá algún auditor pueda pensar que la castidad y la fidelidad pasaron a ser costumbres obsoletas y que para evitar el contagio hay que dirigirse a la población de más alto riesgo, que son precisamente los homosexuales.
A nuestro objetante le respondemos, en primer lugar, que si la intención del Gobierno fuese realmente dirigirse prioritariamente a los homosexuales masculinos, que representan un porcentaje ínfimo de la población y que viven en medios circunscritos, entonces debería hacer su propaganda directamente junto a ellos, en los bares en los que se reúnen o en las revistas o sitios de Internet que leen y no en lugares públicos dónde pasan niños y adolescentes. Lo que demuestra que, detrás de la campaña publicitaria, hay una intención ideológica de quebrar lo que ellos llaman de “tabúes sexuales”, que no son otra cosa que las reglas más elementales de la moral.
En segundo lugar, informamos a nuestro hipotético objetante que, en todo el mundo, la única campaña para disminuir los índices del Sida en su población que ha tenido resultados positivos, fue la promovida por el gobierno de Uganda, que precisamente señalaba en primer lugar la necesidad de la abstinencia y la fidelidad.
Dicha campaña logró reducir de 30% a 6% la tasa de SIDA. De acuerdo con la opinión de un experto africano en la materia: «El mensaje de Uganda era claro: El SIDA te mata, abstente de las relaciones sexuales ante el matrimonio y sé fiel en el matrimonio. La esperanza se recuperó y Uganda se convirtió en un punto de referencia para el tema del SIDA».
Lo que está haciendo el Ministerio de Salud, es justamente lo contrario. “vive como quieras”.
Lo que es más contradictorio del caso es que la Ministra de Salud, Sra. Carmen Castillo se dice católica practicante y su propaganda se dirige a un país cuya ciudadanía es en su absoluta mayoría cristiana. Es decir, una población que piensa que no estamos en esta tierra para vivir como vivamos, sino para conocer, amar y servir a Dios, y para gozar eternamente de su visión en el cielo.
Por eso es que el peor de todos los efectos nocivos que esta propaganda está produciendo es el escándalo producido en niños menores de edad. Tan grave es escandalizar a un niño, que Nuestro Señor advirtió a sus discípulos: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños”.
¿No habrán oído nunca esta frase las autoridades del Ministerio de Salud?
Estimado radio oyente, como esta campaña será nacional, y probablemente llegará hasta su hogar, a través de los diversos medios de comunicación, le recomendamos expresar su descontento posteando su protesta en el Facebook del Ministerio de salud.
Es nuestro derecho y nuestro deber, no dejemos de ejercerlo.