No se trata aquí de buscar formulas rebuscadas en viejos manuales. Todos sabemos ser amables, e incluso muy amables cuando queremos. Eso nace del espíritu y no de manuales.
¿Se acuerda Usted todavía de que la palabra cortesía existe?
Si efectivamente, los tiempos que corren no son muy aptos como para tener presente este concepto, y menos todavía para practicarlo.
Sin embargo creo que debemos hacer un esfuerzo para salvar esto que hoy día se podría considerar como “un enfermo terminal”
La importancia de la cortesía se comprende cuando se considera que todos somos criaturas de Dios, que nos mandó amar al prójimo como a nosotros mismos (bien entendido por amor a El).
Por otro lado, la vida social se torna más llevadera en este valle de lágrimas, que está lleno de sinsabores y disgustos.
El Chile de ayer: Una vida apacible, familiar y distinguida
Esto se parece a cuando hacemos una mudanza de casa y envolvemos la vajilla y los cristales en unos papelillos, aparentemente inútiles. Pero esos papelillos, hacen que los objetos no se quiebren. Así es la cortesía en las relaciones humanas, “los papelillos” que ayudan a disminuir fricciones y golpes.
Más un espíritu que unas fórmulas
No se trata aquí de buscar formulas rebuscadas en viejos manuales. Todos sabemos ser amables, e incluso muy amables cuando queremos. Eso nace del espíritu y no de manuales.
Una sonrisa, un ceder el paso, un saludo amigable, ayudar a alguien a llevar un paquete, son cosas que están al alcance de todo el mundo.
Y sin embargo cada día están más ausentes de nuestra sociedad, en que lo que se privilegia son los derechos individuales, la preocupación enfermiza con los propios intereses, y por qué no darle su nombre: el egoísmo más desatado.
Y lo sabemos, el egoísmo es la negación de la vida en sociedad. Precisamente la Iglesia católica al civilizar a tantos pueblos bárbaros, enseñó que la caridad cristiana consiste también en renunciar por amor a Dios, incluso a ciertos derechos que uno tiene.
La cortesía parece no estar de moda, pero…nunca es tarde cuando la dicha es buena… podemos comenzar hoy.