Al pensar en esta escena, no nos parece que es un verdadero infeliz el individuo intoxicado por la idea que la felicidad se encuentra en la agitación?
Lo que Millet quiso expresar en el cuadro del Angelus, de una manera romántica, es la felicidad sin placer.
Es la tranquilidad inmensa del campo, del trabajo que terminó, de la campana de la iglesia cercana que tintinea llamando al rezo del Ángelus; de la pareja que está rezando, en la castidad de la vida campesina, con sus zuecos, en traje de labor y con los instrumentos de trabajo; y que, en la tranquilidad del campo, regresará a casa para cenar.
Allí descansará; sentirá el aroma de la comida que está siendo preparada que comienza a extenderse por la casa.
El multiforme juego de las llamas en la chimenea y el humo que sube, le servirán de entretenimiento y de reposo.
A lo lejos se oye el mugido de algún animal, y en la habitación vecina, un niño realiza sus últimas piruetas antes de irse a dormir. Llega la noche y mientras la inseguridad nocturna domina a su alrededor, se disfruta de aquella seguridad que dan los gruesos muros de la casa. Es la alegría tranquila, la felicidad de las situaciones.
¿No es verdad que todos ganaríamos mucho inhalando esta felicidad?
Al pensar en esta escena, no nos parece que es un verdadero infeliz el individuo intoxicado por la idea que la felicidad se encuentra en la agitación? A mí me parece que sí.