Cuando existe una crisis de fe, no podemos limitarnos a mantener la nuestra, sino que estamos obligados a proclamar la fe delante de los fieles y reprimir la audacia de los malos.
“Es de advertir que en este orden de cosas que pertenecen a la fe cristiana hay deberes cuya exacta y fiel observancia, si siempre fue necesaria para la salvación, lo es incomparablemente más en estos tiempos.
Imposibilidad de ser misericordioso sin ser justo
“Porque en tan grande y universal extravío de opiniones, deber es de la Iglesia tomar el patrocinio de la verdad y extirpar de los ánimos el error; deber que está obligada a cumplir siempre e inviolablemente, porque a su tutela ha sido confiado el honor de Dios y la salvación de las almas. Pero cuando la necesidad apremia, no sólo deben guardar incólume la fe los que mandan, sino que cada uno está obligado a propagar la fe delante de los otros, ya para instruir y confirmar a los demás fieles, ya para reprimir la audacia de los infieles (S. Thom. II-II, Quaest. III, art. II, ad 2) .
“Ceder el puesto al enemigo, o callar cuando de todas partes se levanta incesante clamoreo para oprimir a la verdad, propio es, o de hombre cobarde, o de quien duda estar en posesión de las verdades que profesa. Lo uno y lo otro es vergonzoso e injurioso a Dios; lo uno y lo otro, contrario a la salvación del individuo y de la sociedad: ello aprovecha únicamente a los enemigos del nombre cristiano, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos”.
Papa León XIII, Encíclica Sapientiae Christianae
¿Y que pasa cuando esa cobardía nace desde la misma Iglesia políticamente correcta?¿ La que obedece y agrada al mundo y no a Dios como viene pasando hace unas décadas?