Digamos pues, abiertamente con san Bernardo que necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros y por Ella debemos nosotros ir a Él.
Si alguien objetara que no debemos interponer un ser humano entre nosotros y Cristo, se le debería recordar que San Pablo no tiene reparo en decir a sus comunidades:
- Imitadme (1 Co 4, 16 “Os ruego, pues, que seáis mis imitadores”;
- Flp 3,17 “Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los que viven según el modelo que tenéis en nosotros”;
- 1 Ts 1,6 “Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones”;
- 2 Ts 3,7.9 “Ya sabéis vosotros cómo debéis imitarnos, pues estando entre vosotros no vivimos desordenadamente, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que día y noche con fatiga y cansancio trabajamos para no ser una carga a ninguno de vosotros. No porque no tengamos derecho, sino por daros en nosotros un modelo que imitar”). En el Apóstol pueden constatar concretamente lo que significa seguir a Cristo
Desgraciados los que abandonan a María bajo pretexto de rendir honor a Jesucristo
¿De quién podremos nosotros aprender mejor el camino hacia Nuestro Señor Jesucristo, en cualquier tiempo, sino de la Madre del Señor?